José María Eguren es el autor de la poesía más pura e inocente que se haya creado en nuestro país.

Apreciación crítica

José María Eguren es uno de nuestros poetas más originales y exquisitos. El crítico norteamericano Isaac Goldberg, en su estudio sobre la literatura hispanoamericana, lo sitúa al lado de Rubén Darío y de José Santos Chocano, a los que considera como los mejores en lengua castellana.

Eguren comenzó su obra poética con la influencia modernista. Después llegan a él, el simbolismo francés, el sentimiento panteísta y sentido de misterio (Maeterlinck), la literatura infantil, los clásicos españoles.


Se dice que Eguren es el poeta de la infancia, de los niños. Su poesía es un mundo de maravilla, de fábula, de leyenda, con personajes de fantasía.

Producción literaria

EN VERSO:
Simbólicas (1911)
o Lied I
o Lied III
o ¡Sayonara!
o Los reyes rojos
o El duque
o Las bodas vienesas
o Marcha fúnebre de una Marionnette
o El dominó


La canción de las figuras(1916)
o La niña de la lámpara azul
o El caballo
o Peregrín, cazador de figuras
o Nocturno
o Lied V
o Los ángeles tranquilos


Sombras (1929)
o La danza clara
o El bote viejo
o La Pensativa
o El andarín de la noche

Rondinelas, en Poesías (1929)
o Favila
o Canción cubista
o La canción del regreso
o La muerte de marfil

• Poesías completas y prosas selectas (1970)
• La primera edición de su poesía completa (1961) estuvo a cargo de Estuardo Núñez, uno de sus estudiosos más tenaces.
• Obras completas del poeta Eguren, a cargo de Ricardo Silva Santisteban, una en 1974 y otra en 1997.
• Poesías completas (estudio de Manuel Beltroy Barranco-Lima, Colegio Nacional "José Mª Eguren",1952).
• Antología poética (1972)
• Obra poética completa (1974)
• Blasón
• Los robles
• En vida publicó Simbólicas (1911)
• La canción de las figuras (1916)
• Poesías (1929)

EN PROSA:
• Motivos estéticos : Recopilación de sus ensayos, (1959).


De SIMBÓLICAS
EL DUQUE
Hoy se casa el Duque Nuez;
viene el chantre, viene el juez
y con pendones escarlata
florida cabalgata;
a la una, a las dos, a las diez;
que se casa el Duque primor
con la hija de Clavo de Olor.
Allí están, con pieles de bisonte,
los caballos de Lobo del Monte,
y con ceño triunfante,
Galo centrino, Rodolfo montante.
Y en la capital está la bella,
mas no ha venido el Duque tras ella;
los magnates postradores,
aduladores
al suelo el penacho inclinan;
los corvados, los bisiestos
dan sus gestos, sus gestos, sus gestos;
y la turba melenuda
estornuda, estornuda, estornuda.
Y a los pórticos y a los espacios
mira la novia con ardor;….
son sus ojos dos topacios
de brillor.
Y hacen fieros ademanes,
nobles rojos como alacranes;
concentrando sus resuellos
grita el más hercúleo de ellos:
- ¿Quién al gran Dueque entretiene?...,
¡ya el gran cortejo se irrita!...
Pero el Duque no viene;…
Se lo ha comido Paquita.


De LA CANCIÓN DE LAS FIGURAS

LA NIÑA DE LA LÁMPARA AZUL
En el pasadizo nebuloso
Calcula mágico sueño de Estambul,
Su perfil presenta destelloso
La niña de la lampara azul.

Ágil y risueña se insinúa,
Y su llama seductora brilla,
Tiembla en su cabello la garúa
De la playa de la maravilla.

Con voz infantil y melodiosa
el fresco aroma de abedul,
habla de una vida milagrosa
la niña de la lámpara azul.

Con cálidos ojos de dulzura
Y besos de amor matutino,
Me ofrece la bella criatura
Un mágico y celeste camino.

De encantación en un derroche,
Hiende leda, vaporoso tul;
Y me guía a través de la noche
La niña de la lámpara azul.

De SOMBRAS
LA PENSATIVA

En los jardines otoñales,
bajo palmeras virginales,
miré pasar muda y esquiva
la Pensativa.

La vi en azul de la mañana,
Con su mirada tan lejana;
Que en el misterio se perdía
De la borrosa celestía.

La vi en rosados barandales
Donde lucía sus briales;
Y su faz bella vespertina
Era un pesar en la neblina...

Luego marchaba silenciosa
A la penumbra candorosa;
Y un triste orgullo la encendía,
¿Qué pensaría?

¡Oh su semblante nacarado
Con la inocencia y el pecado!
¡oh, sus miradas peregrinas
de las llanuras mortecinas!

Era beldad hechizadora;
Era el dolor que nunca llora;
¿Sin la virtud y la ironía
Qué sentiría?

En la serena madrugada,
La vi volver apesarada,
Rumbo al poniente, muda, esquiva
¡La Pensativa!

De RONDINELAS
LA CANCIÓN DEL REGRESO

Mañana violeta.
Voy por la pista alegre
Con el suave perfume
Del retamal distante.

En el cielo hay una
Guirnalda triste.

Lejana duerme
La ciudad encantada
Con amarillo sol.

Todavía cantan los grillos
Trovadores del campo
Tristes y dulces

Señales de la noche pasada;
Mariposas oscuras
Muertas junto a los faroles;

En la reja amable
Una cinta celeste;
Tal vez caída
En el flirteo de la noche.

Las tórtolas despiertan,
Tienden sus alas;
Las que entonaron en la tarde
La canción del regreso.

Pasó la velada alegre
Con sus danzas
Y el campo se despierta
Con el candor; un nuevo día.

Los aviones errantes,
Las libélulas locas
La esperanza destellan.

Por la quinta amanece
Dulce rondó de anhelos.

Voy por la senda blanca
Y como el ave entono,
Por mi tarde que viene
La canción del regreso.


"Motivos Estéticos"- "La lámpara de la mente": la naturaleza espontánea de la fantasía


El poeta, periodista, escritor, pintor y fotógrafo peruano José María Eguren (1874-1942) está recibiendo el justo reconocimiento a su obra literaria por el municipio de Barranco, distrito donde residió gran parte de su vida hasta sus últimos años, así hoy en la campaña cultural de esta municipalidad se aprecia un panel con una biografía del ilustre poeta. Su obra de prosa poética y filosofía del arte, ‘Motivos Estéticos’ ha sido poco estudiada, de ese libro, destaca el motivo ‘La lámpara de la mente’ que reflexiona sobre la naturaleza de la fantasía, como un don propiciador del arte, y una propiedad esencial de toda existencia de la creación.

La fantasía para Eguren, tiene principio sensorial, porque es a través de los sentidos que entendemos las interpretaciones de la naturaleza que nos pueden presentar otros seres vivos. Para el poeta, la fantasía de los insectos con ojos varias de facetas es muy intensa. El arte se nutre de la fantasía que es capaz de generar arquetipos ignotos que se sumarán a los ya conocidos para ampliar el corpus del arte canónico, consagrado y celebrado por todos. El arte es mímesis pero también existe el arte puro del hombre que no se encuentra en la naturaleza.


"Panel en homenaje a José María Eguren, en el distrito de Barranco, Lima, Perú."


Armonía en la invención

La fantasía en el arte busca la armonía, pues todo lo que se considera arte, mantiene en balance sus elementos, hasta ‘una armonía de fealdades hace belleza’ de cautivante atracción y poder. El placer se halla en la espontaneidad de la invención, rasgo que provee la diferencia a las composiciones y manifestaciones del arte. La fantasía tiene la virtud de retroalimentarse de ella misma, para ilustrar ello está el ejemplo de la sensasión de olor de flores, que pronto en nuestra mente adquirirán forma, dimensión y colores, pasando de solo olfato a sinestesia.

El poeta considera a la fantasía una emoción estética, desinteresada y libre, que guarda melancolía, ya que sin un toque de tristeza la alegría resulta banal. También considera que es capaz de penetrar el misterio, porque lo aprende, modela y trabaja. Estas consideraciones suponen en el artista una mente en constante trabajo, cotejando las influencias y desarrollos de su propia obra, su estilo y también dispuesto a contemplar los logros de su propia fantasía. La mente es la que va a procesar los sentidos a fin de modelar la fantasía en el producto final que es la obra de arte.

Casa donde vivió el poeta José María Eguren en la calle Colón, del distrito de Barranco, Lima, Perú


Conclusión

La mente es una guía para la fantasía porque está al tanto de los sentidos y de la búsqueda de armonía necesaria para crear la obra de arte. El artista debe adquirir conciencia sobre los atributos de la fantasía como libertad para expresar el arte puro del hombre, receptividad para el misterio, aptitud para retroalimentarse del arte y ella misma.

La poesía pura y el arte por el arte

Eguren es un poeta de extraños relieves: Su poesía está desligada de la realidad... Eguren representó en el Perú al poeta que supo superar los límites nacionales y los marcos modernistas en que se encasillaba la labor poética de entonces. Impone en toda América su natural estilo simbolista y recusa el temperamento retumbante rubendariano y chocanesco. Es, por eso, un renovador que atrajo la atención de todos los escritores y críticos de la época.

Mariátegui dijo que él que "representa en nuestra historia literaria a la poesía pura" (...), se distingue de la mayor parte de la poesía peruana en que no pretende ser historia, ni filosofía, ni apologética sino exclusiva y solamente poesía".

Esta poesía, pues no tiene "máculas ideológicas, morales, religiosas o costumbristas e ignora lo erótico y lo civil", En virtud de este hecho, Eguren se presenta como el único poeta "puro" de la Literatura peruana.

Por eso, podemos afirmar que su Simbolismo trasunta una fuerte dosis de individualidad, originalidad, sugerencia, misterio, subjetivismo, plasticidad, musicalidad sugerente y colorido voluntarioso, aunada a una evasión hacia un mundo fantástico consecuentemente con el principio básico del "arte por el arte".

La virginal poesía de Eguren recorre y retrata mundos extraños y pretéricos que rescata de entre las sombras. Su mundo es un inusitado teatro con vistosas figuras que nada tiene en común con lo vernáculo y es producto de sus ensueños: vislumbra paisajes hermosos, castillos almenados, bufones de la edad media, el ambiente gótico y héroes de cuentos de hadas: Duendes, silfos, endriagos. Su poesía tiene la incoherencia del sueño y la pesadilla: Para lograrlo se apoyo en la Sugerencia, las Correspondencias, las Sinestesias, los Colores tamizados, los Matices imprecisos y los Ambientes de niebla y nocturnidad.

"Su simbolismo dice Mariátegui viene ante todo, de sus impresiones de niño La Poesía de Eguren es la prolongación de su infancia. No depende de influencias ni de sugestiones literarias" (Aunque otros creen ver su poesía el influjo de los simbolistas franceses).

Su poema La niña de la lámpara azul, de su libro La canción de las figuras (1916) presenta a una tierna y hermosa niña como símbolo de la poesía, portando una lámpara azul, que es el color del espíritu en el simbolismo, para guiar al poeta en los misterios arcanos del arte de la palabra. El mundo de la poesía que enuncia Eguren es misterioso, mágico, encantador, elegante, puro, el acceso a él se tiene que dar por inspiración, en una conexión motivada por la sensibilidad del poeta para dedicarse a la creación.

La niña: En el poema la poesía está personificada en una niña, que inspira al poeta y lo lleva a tierras de misterio como "la playa de la maravilla", le sugiere la fascinación de oriente por la mención de Estambul y le guía a través de la noche, periodo de entrada en el misterio poético. Esta niña tiene la belleza de tipo occidental, recurrente en la obra de Eguren, de inspiración nórdica. Así estas beldades son como las hadas, muy delicadas y gráciles. El poema rinde homenaje al misterio y encanto de la poesía.

La lámpara azul que porta la niña hace que su perfil presente destellos, lo que son efluvios o emanaciones del brillo del arte, de la dimensión de misterio y de la inspiración humana en busca de la belleza. Hay que entender que el retrato de la poesía como niña no es infantilismo, es una suerte de gratitud a la poesía que fue la única compañera de infancia de Eguren, cuando él era un niño de salud quebradiza y tenía que vivir en la hacienda familiar fuera de Lima, leyendo la mayor parte del día.

La originalidad de "Simbólicas" y el nacimiento de nuestra poesía contemporánea

Con Simbólicas(1911), su primer libro, Eguren inició nuestra Poesía Contemporánea.
Dejaba atrás los melifluos versos románticos y el sonsonete clarinesco del Modernismo. En efecto, Eguren, logró superar la estrechez y el agotamiento de Temas y Formas que padecía la poesía peruana de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Con "Simbólicas", "aclimató perfectamente el Simbolismo en el ámbito de nuestra lengua"... En este poemario están ya patenmtes la virtud que resplandecía en él...

ESTILO DE SU POESÍA:
  • Elección del vocablo preciso y sugerente.
  • Lirismo profundo.
  • Lenguaje musical
  • Ensueños, visiones infantiles y alucinatorias.

Pero la característica peculiar de "Simbólicas", la constituye "su mundo medieval, visto a través de los gótico".

Después vendrían sus obras: La canción de las figuras (1916), Sombras (1920) y Rondinelas (1920); sus colaboraciones en las revistas "Colónida", "Amauta", "El Mercurio Peruano" y "Mundial", y su reconocimiento poético por parte de Valdelomar y J.C. Mariátegui.

Al final, después de cesar en un puesto del Ministerio de Instrucción (1940), es nombrado miembro de la Real Academia Peruana de la Lengua (1941) y al año siguiente muere (1942).

Datos biográficos

Nació en Lima el 07 de Julio de 1864; durante la ocupación chilena (1880), fue llevado a la hacienda Chuquitanta y permaneció en ella en busca de un clima benigno para su sensibilidad. Su estadía en ese lugar, despierta su imaginación infantil y le brinda encantados recuerdos. Su vida se desliza apartada y silente, alejada de todo tumulto exterior.

Después de estudiar en la Inmaculada y el Instituto Científico, a la muerte de sus padres, se traslada a Barranco, "pueblito de nostalgias y añoranzas, con su plaza pequeña y triste donde se inspiró para escribir sus versos", Eguren no cambió su ritmo interior: siguió viviendo en gran soledad como una persona enigmática. "Tenía de bohemio la despreocupación. Por eso, sus versos devienen tranquilos, con serenidad..." "Publiqué-confiesa- algunos versos en "Lima ilustrada" y en "Principios"; escribí por ese tiempo Juan Volantín (1899), mi primera simbólica, y otros poemas modernistas. Admiraba a los maestros de Francia..." Aunque la crítica oficial le era adversa, Eguren recibió el cálido apoyo de Enrique Bustamante y Ballivián y del maestro Manuel González Prada.

Llevó una vida sencilla y recluída (vivo cercando el misterio de las palabras y las cosas que nos rodean, dijo dos años antes de morir). Durante más de treinta años vivió en el entonces balneario de Barranco, que queda ubicado muy próximo al centro de Lima. Por dificultades económicas de su familia se trasladó a Lima en sus últimos años y allí ejerció un modesto puesto de bibliotecario en el Ministerio de Educación.

Tuvo una existencia muy retraída, consagrada a sus vivencias íntimas y creaciones poéticas, sin comprometerse con las contingencias sociales, políticas, ideológicas de su tiempo.

En 1910, en la revista "Contemporáneos" (dirigida por Bustamante y Ballivián) aparecen sus primeros versos. Un año después, publica su primer libro, Simbólicas, que es recibido con "desgano y hasta con desdén" por la crítica "oficial". Sólo a partir de 1920 se le reconoce y exalta su valor, con los homenajes de las revistas "Colónida", de Valdelomar, y "Amauta", de Mariátegui.

Biografía en vídeo



La utopía de Eguren

Este poeta genial, al cual muy pocas veces se rinde homenaje y de quien muy poco se habla, tuvo una vida larga, 68 años, y entre sus parientes encontramos a miembros de familias como las de Rodríguez de Mendoza, Hercelles, Miro Quesada. Y el árbol genealógico se vuelve más frondoso con las relaciones familiares con los García Calderón, Basadre, Tealdo, entre otras.

(1)

Eguren nació el 8 de julio de 1874, es decir, cinco años antes de que se iniciara la Guerra del Pacífico.

Eguren pasó su infancia y juventud entre la hacienda familiar, Chuquitanta, y Barranco, distrito evocador y pletórico de cultura y tradición. En ambos espacios Eguren cultivó mucho de su identidad personal y artística.


Enfermizo como era, Eguren no podía asistir al colegio, por eso su instrucción estuvo a cargo de un tutor. Es muy posible que la soledad de Eguren en su casa, al no poder socializar con otros niños de su edad en la escuela, agudizara su carácter solitario y lo estimulara a dejar volar la imaginación, empezando a crear desde muy temprana edad ese mundo que luego plasmaría en imágenes literarias y plásticas; todo esto sin olvidar su gran ingenio inventivo (ahí está, como muestra, la micro máquina fotográfica que él ideó y construyó).


La poesía de Eguren trajo una significativa renovación en el mundo de la creación literaria. Su primer libro, Simbólicas, de 1911, ya es parte de las lecturas que se imparten en la escuela y de las antologías poéticas; pero en su momento nuestro autor no fue entendido, por el contrario, fue colocado en los márgenes de los cánones de la crítica literaria, cuyo centro lo ocupaba la figura vigorosa de José Santos Chocano.


Chocano no sólo es el opuesto de Eguren en el terreno de la poesía, también lo era en el del carácter, en el de la personalidad. Las creaciones de ambos son reflejo fiel de sus formas de ser. Mientras Chocano era contundente, declamatorio, fuerte, ególatra y extrovertido, Eguren, por el contrario, era suave, tímido, liviano, introspectivo. Incluso, físicamente se condecía con su personalidad: pequeño, delgado, enfermizo. Copa de cristal, por la fineza de su sensibilidad, que se podía quebrar al más leve contacto. Por ello, no soportaba maledicencias ni ingratitudes.


No es casualidad que mientras a Chocano lo elogiaban los críticos de principios del siglo XX como José de la Riva Agüero, Ventura García Calderón, Clemente Palma y otros, no entendieran a Eguren. No obstante, la poesía de este fue prontamente alabada por Manuel González Prada (quien lo conminó a publicar su primer libro), Pedro Zulen (que realizó una selección de sus poemas en 1924), César Vallejo, Abraham Valdelomar, José Carlos Mariategui, es decir, por aquellos que constituían la vanguardia cultural de la época. Y, claro, sin olvidar al muy joven Jorge Basadre. Todos ellos críticos, con diversas intensidades, de los intelectuales del 900.


¿Qué explica esta sintonía de Eguren con la mencionada vanguardia?, ¿acaso se trataba de un autor que se ubicaba al frente de los nuevos procesos sociales que ya empezaban a estremecer el Perú de entonces, como sí lo hacían los escritores citados?

Recordemos que cuando aparece Simbólicas la sociedad peruana era remecida por la presencia de obreros y artesanos con sus reclamos laborales que se harían contundentemente visibles cuando apoyen la candidatura de Guillermo E. Billinghurst en 1912; también son los momentos de las grandes movilizaciones de campesinos portando sus reivindicaciones culturales y de justicia que se cristalizarían en la Asociación Pro-Indígena de Dora Mayer, Joaquín Capelo y Pedro Zulen.


Pero no, Eguren no se colocó en la vanguardia por ser expresión de la movilización popular, ni porque recabara la legitimidad social como intelectual de las clases emergentes. No era un intelectual orgánico ni de lejos. Pero sí fue vanguardia porque expuso una sensibilidad distinta en el muestrario sentimental del Perú de su tiempo. Esa sensibilidad solo podía ser comprendida por espíritus afines, como la que encarnaban los personajes mencionados, y que también, en su momento, sufrieron el desprecio y la marginación de quienes ocupaban el parnaso peruano. Incluso, recordemos, Enrique Bustamante y Ballivián comentaba que la poesía de Eguren era motivo de risa para los críticos del establishment oligárquico. Estaban incapacitados para entender su poesía.


Para ahondar un poco más en la experiencia de Eguren, se recurrió al sociólogo alemán Norbert Elias. En la biografía que realiza sobre Mozart, demuestra que las bellas melodías creadas por el gran músico son debido a su genio individual pero también al momento social e histórico que le tocó vivir, de transición de una sociedad cortesana a otra burguesa. Mozart fue incomprendido precisamente porque, por un lado, se alejaba de los patrones estéticos cortesanos que decaían pero que seguían vivos, y porque, por otro lado, anunciaba a la sensibilidad burguesa que se expandía pero que todavía no era hegemónica. Prácticamente en el limbo, Mozart no perteneció a uno ni otro mundo de una manera total y, por lo tanto, ni uno ni otro lo acogió ni entendió. Algo parecido sucedió con nuestro poeta.



Desde que apareció, Eguren tomó distancia de la sensibilidad que prevalecía en los patrones predominantes durante los años oligárquicos, pero al mismo tiempo pasó por encima, o eludió la literatura comprometida que se hizo carne en los siguientes años. Más bien construyó (anti)modelos literarios que valían solo por ser tales y no por su referencia a una realidad fáctica. Así, entre el confort oligárquico y el compromiso rebelde, Eguren conformó un mundo en el que solo se sentirían cómodos aquellos artistas capaces de sublimar sus condiciones reales de vida en bellas rimas y juegos literarios.


Mariátegui lo comprendió muy bien cuando decía: "Eguren, en el Perú, no comprende ni conoce al pueblo. Ignora al indio, lejano de su historia y extraño a su enigma. Es demasiado occidental y extranjero espiritualmente para asimilar el orientalismo indígena. Pero, igualmente, Eguren no comprende ni conoce tampoco la civilización capitalista, burguesa, occidental. De esta civilización, le interesa y le encanta únicamente, la colosal juguetería. Eguren se puede suponer moderno porque admira el avión, el submarino, el automóvil. Mas en el avión, en el automóvil, etc., admira no la máquina sino el juguete. El juguete fantástico que el hombre ha construido para atravesar los mares y los continentes. Eguren ve al hombre jugar con la máquina; no ve, como Rabindranath Tagore, a la máquina esclavizar al hombre."


Con estas palabras, Mariátegui evalúa a Eguren como el poeta puro que era, y el propio Amauta se despoja de su compromiso ideológico conocido para permitirnos visualizar la creación de un alma diferente. Desde su posición ideológica y política no hubiera podido comprender a Eguren, necesitaba de otras pautas, de otras claves para ingresar al misterioso mundo de imágenes (visuales y literarias) que Eguren construía.


Otros entusiastas lectores de Eguren fueron Valdelomar y Federico More. En 1916 nuestro personaje publicó La canción de las figuras, y ese fue el año en el que aparecieron los cuatro números de la revista Colónida dirigida por ambos niños terribles profundamente cuestionadotes de la sociedad oligárquica. Revista de vanguardia, aplaudió la vanguardia, la que representaba en este caso Eguren. Carlos A. Carrillo, con su artículo "Ensayo sobre José María Eguren", en el número 2 de Colónida, fue fundamental para el reconocimiento y difusión de su poesía.


Después, los miembros de Colónida, pero desaparecida ya la publicación, celebraron al también incomprendido Vallejo. Mientras la crítica oficial mantenía en una esquina oscura a estos revolucionarios de la estética, los colónidos los alzaron al pedestal de los nuevos dioses de nuestra literatura.


El universo egureniano está lleno de sombras, de misterio, de evocaciones a su mundo interior y privado. Y este se reflejó tanto en sus acuarelas como en sus versos. Ambos universos eran uno solo, no representaban ninguna dualidad, constituían una misma forma de colocarse ante la vida. Es como si las imágenes que dibujaba sobre el papel se trasladaran a las palabras. Dicho de otra forma, Eguren hacía poesía con los colores y dibujos con las rimas. El arte de Eguren se parece al espíritu del exiliado: se nutre de dos mundos, de dos realidades y a las dos pertenece; ambas son partes indisolubles en la construcción de su identidad. Aunque sospecho que se sentía más cómodo en el orbe artificial que su imaginación daba forma.



Pero no debemos dejar de recordar que Eguren, como Valdelomar, cogió el pincel antes que la pluma. Ambos, antes de definir su vocación de escritores optaron por los colores. Aquél para plasmar en acuarelas el mundo infantil que portaba íntimamente, y este para corroer, mediante sus caricaturas, los vicios de nuestros políticos y personajes públicos.


Es importante mencionar nuevamente al sociólogo Elias para explicar otro aspecto de Eguren. El sociólogo alemán señala que la humanidad ha producido dos tipos de utopías: las utopías-sueño y las utopías-pesadilla. Las primeras son la idealización de un mundo -próximo o lejano- en el que prima la vida en común, solidaria y fraterna. Las segundas, producidas especialmente luego del estallido de la Gran Guerra (1914-1918) con la carnicería que conllevó y el fin de la confianza en la ciencia y en el progreso indetenible, nos hablan de un provenir amargo, individualista y catastrófico.


Eguren, por medio de su arte (plástico-literario), construye las utopías-sueño, según la terminología eliasiana, aunque quizá sea mejor decir utopías-ensueño. Sus acuarelas, en las que predomina el azul y la noche, las sombras y lo enigmático, las figuras alegóricas y fantasmales; y sus rimas, que transmiten un mundo infantil, pero no necesariamente feliz y armonioso, crean, ambos, como lenguajes inseparables, un mundo fantástico, vaporoso e inasible. Como si se tratara de un ensueño, justamente. Ese es el universo que Eguren dibuja con colores y con palabras, con el pincel y con la pluma, con las acuarelas y con la tinta.













Como en el caso de Mozart, intervienen en el mundo egureniano tanto su genio creador personalísimo, como un proceso social que no necesariamente era visible en su tiempo y que discurría por debajo de las expresiones tangibles de las masas. El torrente social inconsciente y no planeado del que nos habla Elias en sus investigaciones se manifiesta también en el caso peruano, y configurará el nuevo panorama sentimental de al menos un sector de nuestro país, representado por la creatividad poética de las siguientes décadas gracias a las composiciones de Carlos Germán Belli, Emilio Westphalen o César Moro, por citar algunos casos.


Al respecto es ilustrativa la respuesta de Belli a Trilce, revista chilena de poesía, creación y reflexión (www.letras.s5.com), sobre su propia ubicación literaria: "Creo hallarme dentro de una cierta tradición de revolución poética, que si no me equivoco está representada, entre mis mayores, por González Prada, Eguren, Vallejo, Moro y Westphalen. Proseguir esa línea, mal o bien, sería la función natural de mis versos; pero yo mismo no puedo saberlo a ciencia cierta, porque no tengo la perspectiva suficiente." Eguren fue, pues, un revolucionario, pero de las letras; la revolución social la dejó para que la hicieran otros, si es que acaso se enteró que existía.


El mundo ensimismado que caracterizó a Eguren se manifestó, aunque pueda parecer paradójico, en una personalidad cálida. Era reservado pero generoso, callado pero amable, introvertido pero sensitivo. Vallejo, otro espíritu sensible, comprende a Eguren cuando en una entrevista se queja del olvido y marginación al que lo han postrado los críticos. Para Valdelomar, Eguren es la encarnación del mejor amigo, así se lo dice en una carta a Enrique Bustamante y Ballivián. Mariategui recibió a Eguren con entusiasmo en esta misma casa, para que participara de sus famosas tertulias, a las que, entre muchos otros, también acudió Martín Adán.



Adán y Eguren ya se conocían desde hacía algunos años, ambos eran barranquinos y era frecuente entre ellos el intercambio de ideas sobre literatura y libros. La afinidad surgió rápidamente, a pesar de las diferencia de edades. Adán calificaba a Eguren como "un hombre excepcional" que solo vivía para la poesía, y fue Eguren quien presentó a aquel ante Mariategui. En sus tertulias, Adán iría dando forma a su novela paradigmática, La casa de cartón, que dedicó a nuestro poeta, precisamente: "A José María Eguren", reza la inscripción. Adán tenía solo 20 años, y Eguren 54.


Hablar de Eguren es referirse a la poesía pura. Cosa rara en nuestro país, acostumbrado a observar que la gran mayoría de sus creadores ingresan, en un momento u otro, a los predios de la política, aunque luego, algunos, terminen arrepintiéndose de esa decisión. No solo no ingresó a la lucha política, ni siquiera fue una preocupación de Eguren emitir opiniones o expresar alguna posición ante las luchas del momento. Su mundo y preocupaciones estaban perfectamente delimitados. Su poesía, en este aspecto, es muy diferente, por ejemplo, a la de Vallejo. Eguren era un intelectual químicamente puro.


Tampoco era un rebelde Eguren, aunque su poesía trastocara los cánones imperantes. Estaba muy lejos de las actitudes de los poetas malditos y, en ese sentido, se distanciaba de su gran amigo Valdelomar, quien permanentemente buscaba irritar a las élites oligárquicas de su tiempo. Tampoco se puede encontrar en Eguren una prédica patriótica, aunque se sentía orgullosamente peruano. Menos aún, fue consejero de alguno de los príncipes (el término es una generosidad mía) que pueblan nuestro paisaje político.


Finalmente, Eguren también fue, como Zulen en San Marcos, bibliotecario, solo que él ejerció esa función en el Ministerio de Educación. Fue el único trabajo que le conocemos. Y seguramente aprovechó esa labor para leer y leer. Entre libros, Eguren se sintió como pez en el agua. Pero pronto se quedó sin empleo, pues la plaza que ocupaba fue suspendida. Quizás pensaron los funcionarios que un bibliotecario no era necesario, menos si se trataba de un poeta, y menos aún en el Ministerio de Educación. Eguren, entonces, calladamente, volvió a sus labores amadas: la poesía y la pintura.


En 1942, en su casa de Jr. Quilca, sumergido entre colores y palabras, el fino creador de "La niña de la lámpara azul" y de "Los reyes rojos", fue consumiéndose lentamente hasta que murió el 19 de abril de ese año. Ahora sus restos descansan en el Presbítero Maestro, en el Pabellón San Melchor, Cuartel B-7.


Son muchas las cosas que se pueden afirmar sobre José María Eguren, y ya lo han hecho sus comentaristas y críticos. Por ello, es difícil decir algo que resulte novedoso. No obstante, su sobrina nieta, Isabel López Eguren, ha descubierto datos nuevos sobre la vida de nuestro vate y su familia; aún no concluye su investigación, y esperemos que la información que busca la encuentre pronto para beneficio de todos. Algunos de los detalles ofrecidos aquí ,han sido proporcionados por Isabel y su madre doña Josefina, gracias a los papeles familiares que han consultado.


A Eguren se le puede admirar por muchas cosas: por su poesía, por ser un artista total, por sus inventos pero, sobre todo, por ser una persona admirable, generosa y sensible. Solo una persona pura como Eguren podía producir una poesía pura como la suya, y crear un mundo de imágenes en el que todos podemos cobijarnos cuando sintamos que las calamidades de este tiempo, vertiginoso y tanático, acechan nuestras vulnerables existencias. Siempre será bueno, de cuando en cuando, volver a sus poesías y evadir, como en un sosegado oasis, las angustias que origina la competencia desenfrenada que caracteriza a la hora actual.

[1] Texto leído en el homenaje realizado al poeta en la Casa Mariátegui el 12 de mayo de 2006, en el que participó también Sonia Luz Carrillo.



Recordar a Eguren es poco usual, sin embargo tiene merecido cualquier homenaje que se pueda rendir a nuestro singular poeta.